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AÑO DE LA FE. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA Visión general. Pbro. Dr. Félix Castro Morales. AÑO DE LA FE.
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AÑO DE LA FE • CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA • Visión general • Pbro. Dr. Félix Castro Morales
AÑO DE LA FE Con la Carta apostólica Porta fidei del 11 de octubre de 2011, Benedicto XVI convocó un Año de la fe. En el Aniversario de dos grandes eventos: 50 años del concilio Vaticano II por voluntad del beato Juan XXIII y 20 años del Catecismo de la Iglesia Católica por el beato Juan Pablo II EL OBJETIVO PRINCIPAL de este año es que cada cristiano “pueda redescubrir el camino de la fe para poner a la luz siempre con mayor claridad la alegría y el renovado entusiasmo del encuentro con Cristo”.
20 AÑOS DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA El Catecismo de la Iglesia Católica, como “auténtico fruto del concilio Vaticano II” (Carta apostólica Porta fidei, 4), se sitúa en la línea de esa “renovación dentro de la continuidad”. Comprende “cosas nuevas y cosas antiguas” (Mt 13, 52). Por una parte, recoge el antiguo y tradicional orden de la catequesis, articulando su contenido en cuatro partes: el Credo, la liturgia, la vida en Cristo y la oración. Pero, al mismo tiempo, expresa todo ello de un modo nuevo para responder a los interrogantes de nuestra época. El Catecismo de la Iglesia católica es la exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas o iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio eclesiástico; es para aumentar el conocimiento con respecto a los aspectos fundamentales de la fe; es el texto de referencia oficial para la redacción de los catecismos católicos en todo el mundo.
LA VIDA CRISTIANA HA DE INICIAR En el conocimiento de la fe En la celebración de la fe En la vida cristiana En la oración y presencia de Dios
LA VIDA CRISTIANA SE FUNDAMENTA EN CUATRO PILARES Credo, Sacramentos, Mandamientos y Padrenuestro
ESTRUCTURA DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE Primera sección: «Creo» - «Creemos» Capítulo primero El hombre es «capaz» de Dios Capítulo segundo Dios viene al encuentro del hombre La Revelación de Dios La transmisión de la divina Revelación La Sagrada Escritura
SEGUNDA SECCIÓN LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA El Credo Los símbolos de la fe «Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del ciclo y de la tierra» El cielo y la tierra El hombre La caída Capítulo primero Creo en Dios Padre Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen «Jesucristo padeció bajo el poder de Poncio Pilato. fue crucificado, muerto y sepultado» Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos «Jesucristo subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso» «Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos Capítulo segundo: Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios
CAPÍTULO TERCERO: «CREO EN EL ESPÍRITU SANTO» «Creo en la Santa Iglesia Católica». La Iglesia en el designio de Dios La Iglesia: Pueblo de Dios, cuerpo de Cristo, templo del Espíritu Santo La Iglesia es una, santa, católica y apostólica Los fieles: jerarquía, laicos, vida consagrada «Creo en la comunión de los santos» María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia «Creo en el perdón de los pecados» «Creo en la resurrección de la carne» «Creo en la vida eterna» «Amén»
SEGUNDA PARTE LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO Primera sección: La economía sacramental Capítulo primero El Misterio pascua en el tiempo de la Iglesia La Liturgia, obra de la Santísima Trinidad El Misterio pascual en los sacramentos de la Iglesia Celebrar la Liturgia de la Iglesia ¿Quién celebra? ¿Cómo celebrar? ¿Cuándo celebrar? ¿Dónde celebrar? Diversidad litúrgica y unidad del misterio Capítulo segundo La celebración sacramental del Misterio pascual
SEGUNDA SECCIÓN LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA Capítulo primero Los Sacramentos de la iniciación cristiana El Sacramento del Bautismo El Sacramento de la Confirmación El Sacramento de la Eucaristía Capítulo segundo Los Sacramentos de curación El Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación El Sacramento de la Unción de los Enfermos Capítulo tercero Los Sacramentos al servicio de la comunión y de la misión El Sacramento del Orden El Sacramento del Matrimonio Los sacramentales Las exequias cristianas Capítulo cuarto Otras celebraciones litúrgicas
TERCERA PARTE - LA VIDA EN CRISTO Primera sección La vocación del hombre: La vida en el Espíritu El hombre, imagen de Dios Nuestra vocación a la bienaventuranza La libertad del hombre La moralidad de las pasiones La conciencia moral Las virtudes El pecado Capítulo primero La dignidad de la persona humana La persona y la sociedad La participación en la vida social La justicia social Capítulo segundo La comunidad humana Capítulo tercero La salvación de Dios: la ley y la gracia La ley moral Gracia y justificación La Iglesia, Madre y Maestra
SEGUNDA SECCIÓN: LOS DIEZ MANDAMIENTOS Capítulo primero «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» • Primer Mandamiento: Yo soy el Señor tu Dios. Amarás a Dios sobre todas las cosas • Segundo Mandamiento: No tomarás el Nombre de Dios en vano • Tercer Mandamiento: Santificarás las fiestas Capítulo segundo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» • Cuarto Mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre • Quinto Mandamiento: No matarás • Sexto Mandamiento: No cometerás actos impuros • Séptimo Mandamiento: No robarás • Octavo Mandamiento: No darás falso testimonio ni mentirás • Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros • Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos
CUARTA PARTE - LA ORACIÓN CRISTIANA Primera sección La oración en la vida cristiana Capítulo primero La revelación de la oración La revelación de la oración en el Antiguo Testamento La oración es plenamente revelada y realizada en Jesús La oración en el tiempo de la Iglesia Fuentes de la oración El camino de la oración Maestros de oración Capítulo segundo La tradición de la oración Las expresiones de la oración El combate de la oración Capítulo tercero La vida de oración
Segunda sección La oración del Señor: «Padre nuestro» El Padre nuestro «La síntesis de todo el Evangelio» «Padre nuestro que estás en el cielo» Las siete Peticiones
PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo "Creo" o "Creemos". Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la práctica de los mandamientos y en la oración, nos preguntamos ¿qué significa "creer"?. La Fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida. Quien dice "Yo creo,", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión de Fe necesita un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma Confesión de Fe.
“El hombre, en cuanto creado a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien capaz de conocerse, de darse libremente y de entrar en comunión con Dios y las otras personas… Ha sido creado para conocer, servir y amar a Dios, para ofrecer en este mundo toda la creación a Dios en acción de gracias, y para ser elevado a la vida de Dios en el cielo” (Compendio CIgC 28.6.2005, 66,67).
En consecuencia, Jesucristo es la esperanza de todo proyecto humano hacia su plenitud. Él es el camino la verdad y la vida. En Él el alumno no solamente tiene un ejemplo que imitar en su crecimiento, sino también un amor en quien confiar, una esperanza en su vida, una razón de su esfuerzo y un sentido a su vivir. Todo ello conlleva una concepción de la vida abierta a Dios que ama a cada persona y la invita a hacerse cada vez más “conformado a la imagen del Hijo” (Rom 8,29). Este proyecto divino es el corazón del humanismo cristiano.
SEGUNDA PARTE LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO La celebración es un elemento fundamental en la vida del hombre. Continuamente expresamos nuestros sentimientos con gestos, símbolos y ritos. En algunas ocasiones de la vida, la celebración reviste una solemnidad especial. También los hombres religiosos de todos los tempos han celebrado su fe con múltiples expresiones, para dar sentido profundo a su vida. Esta acción celebrativa se llama liturgia. La liturgia cristiana es continuación y actualización del culto perfecto que Jesucristo tributó al Padre. Un culto que no se limita a un conjunto de acciones piadosas, sino que es un ofrecimiento radical de todo lo que es su vida. Jesús convierte toda su existencia en ofrenda, sacrificio, acción sagrada, al unir su voluntad a la voluntad de su Padre del cielo. Por esto, podemos afirmar que en la persona de Jesucristo se unen de manera singular el sacerdocio y la víctima, el mediador y la ofrenda. La comunidad cristiana reconoce a Jesucristo como el único y eterno sacerdote que ofrece como sacrificio su cuerpo entregado y su sangre derramada, y cuya oblación total se actualiza en la liturgia de la Iglesia.
“En efecto, la liturgia, por medio de la cual "se ejerce la obra de nuestra redención", sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia” (SC 2). La liturgia es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, se manifiesta y realiza en ella, a través de signos, la santificación de los hombres; y el Cuerpo Místico de Cristo, esto es la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público que se debe a Dios. La liturgia, acción sagrada por excelencia, es la cumbre hacia la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la que emana su fuerza vital. A través de la liturgia, Cristo continúa en su Iglesia, con ella y por medio de ella, la obra de nuestra redención
TERCERA PARTE NUESTRA VIDA EN CRISTO
En la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias del camino de Cristo (Cf. CT 29). La catequesis de la “vida nueva” en Él (Rm 6, 4.) será: 1) una catequesis del Espíritu Santo, Maestro interior de la vida según Cristo, dulce huésped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida; 2) una catequesis de la gracia, pues por la gracia somos salvados, y también por la gracia nuestras obras pueden dar fruto para la vida eterna; 2) una catequesis de las bienaventuranzas, porque el camino de Cristo está resumido en las bienaventuranzas, único camino hacia la dicha eterna a la que aspira el corazón del hombre; 3) una catequesis del pecado y del perdón, porque sin reconocerse pecador, el hombre no puede conocer la verdad sobre sí mismo, condición del obrar justo, y sin el ofrecimiento del perdón no podría soportar esta verdad;
4) una catequesis de las virtudes humanas que haga captar la belleza y el atractivo de las rectas disposiciones para el bien; 5) una catequesis de las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad que se inspire ampliamente en el ejemplo de los santos; 6) una catequesis del doble mandamiento de la caridad desarrollado en el Decálogo; 7) una catequesis eclesial, pues en los múltiples intercambios de los “bienes espirituales” en la “comunión de los santos” es donde la vida cristiana puede crecer, desplegarse y comunicarse.
CUARTA PARTE LA ORACIÓN EN NUESTRA VIDA CRISTIANA La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. Dios es quien primero llama al hombre. Olvide el hombre a su Creador o se esconda lejos de su Faz, corra detrás de sus ídolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre una respuesta. A medida que Dios se revela, y revela al hombre a sí mismo, la oración aparece como un llamamiento recíproco, un hondo acontecimiento de Alianza. A través de palabras y de acciones, tiene lugar un trance que compromete el corazón humano. Este se revela a través de toda la historia de la salvación (CEC 2567).
“La oración es la elevación del alma hacia Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68). Existe una vocación universal a la oración, porque Dios, por medio de la creación, llama a todo ser desde la nada; e incluso después de la caída, el hombre sigue siendo capaz de reconocer a su Creador, conservando el deseo de Aquel que le ha llamado a la existencia. Todas las religiones y, de modo particular, toda la historia de la salvación, dan testimonio de este deseo de Dios por parte del hombre; pero es Dios quien primero e incesantemente atrae a todos al encuentro misterioso de la oración.
CONCLUSIONES 1) Conocer a Dios es la experiencia más importante de toda la vida. ¡Cuán maravilloso es que Dios se ha revelado de tal manera que El está al alcance de aquellos que le buscan de todo corazón! Sin embargo, Él queda como un misterio escondido para aquellos que no le buscan porque no desean conocerle. 2) No son pocos los estragos que ha alcanzado la ignorancia religiosa, porque “Cuando al espíritu envuelven las espesas tinieblas de la ignorancia, no pueden darse ni la rectitud de la voluntad y las buenas costumbres, porque si caminando con los ojos abiertos puede apartarse el hombre del buen camino, el que padece de ceguera está en peligro cierto de desviarse” (El Papa San Pío X) 3) A la ignorancia religiosa atribuye San Pío X el que muchos “tengan por lícito forjar y mantener odios contra el prójimo, hacer contratos inicuos, explotar negocios infames, hacer préstamos usurarios y constituirse en reos de otras prevaricaciones semejantes haciendo el número de sus iniquidades mayor que el de los cabellos de su cabeza”.
4) Dios nos hizo para ser felices. Pero el secreto de la verdadera felicidad está en Dios. Por eso es importante buscar a Dios, encontrar a Dios, porque sólo Dios puede llenar ese deseo de felicidad que El mismo ha puesto en el corazón de cada uno de los seres humanos. Sólo amando a Dios sobre todas las cosas, podremos ser verdaderamente felices. 5) Ahora bien, no se ama a quien no se conoce. Hay personas con quienes uno se encanta desde el momento de conocerlas. Si eso es así entre los seres humanos, que estamos llenos de defectos, ¡cómo será con Dios que es infinitamente perfecto y sin defecto alguno! De allí que sea importante conocer a Dios para poder amarlo -si es que aún no lo amamos- o para amarlo más y mejor –si es que ya hemos comenzado a amarlo.
6) El conocimiento de Dios está cerca de nosotros. Nos rodea el misterio. Desde la contemplación del cielo estrellado hasta el comportamiento de las partículas subatómicas, pasando por los maravillosos instintos de los animales y el funcionamiento de nuestro propio cuerpo, el hombre se pregunta la razón, el sentido y el origen mismo de todo esto. Con el estudio de estas verdades, el hombre ve contestadas las más grandes incógnitas de su existencia: qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Todo el misterio que nos rodea se ve iluminado por un Dios que nos crea, nos redime y nos santifica para hacernos partícipes de su infinita felicidad. 7) En la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el Misterio pascual por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación. Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia a fin de que los fieles vivan de él y den testimonio del mismo en el mundo. En efecto, la liturgia, por medio de la cual "se ejerce la obra de nuestra redención", sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia (SC 2).
8) Con razón se considera la liturgia como el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre y, así, el Cuerpo místico de Cristo, esto es, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público. Por ello, toda celebración litúrgica, como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia (SC 7). 9) Del conocimiento que tenemos de Dios por el estudio del Dogma y de la celebración del misterio de Cristo, se desprende lógicamente un conjunto de deberes para con El. Los Diez Mandamientos que Dios dio a Moisés en el monte Sinaí, interpretados y ampliados por nuestro Señor Jesucristo en el Sermón de la Montaña (Mt.5) y complementado con los cinco Mandamientos de la Iglesia, nos indican la manera de relacionamos con nuestro Creador y Redentor. Es lo que llamamos la Moral Cristiana.
10) La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. a) La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. La oración es, pues, una dimensión fundamental, ineludible de la existencia humana, pues ella es ámbito privilegiado para orientarse a vivir ese encuentro plenificador. La oración es diálogo, es comunión, es relación personal y personalizante, entrega personal e íntima. b) De ahí que quien prescinde de la oración en su existencia, mutila su vocación a ser persona humana, ya que priva a su ser del impulso fundamental que es el encuentro con Dios.
Ciertamente en los tiempos actuales, no basta con la instrucción Dogmática o Moral, sino que debemos instruirnos también en la Apologética, que es el estudio de las razones que tenemos para creer. Ya el primer Papa de la Iglesia, San Pedro, nos urge a “saber dar razón de nuestra esperanza”. (1 Pe 3,15). Con el estudio de la Apologética, descubrimos la solidez de la Doctrina Católica y cómo la Religión Verdadera es el Cristianismo predicado y vivido por la única Iglesia Verdadera que es la fundada por Jesucristo mismo: la Iglesia Cristiana: Una, Santa, Católica Apostólica. Dios es poco amado, porque es poco conocido. Si nosotros lo conocemos y lo amamos, ese testimonio nuestro de amor a Dios puede servir para que otros lo amen también. “La ignorancia, que es una madre pésima, tiene dos hijas, que no son menos pésimas que ella, a saber, la falsedad y la duda. Aquella es más miserable, ésta más digna de compasión. La una es muy perniciosa, la otra muy molesta”.
UN COMERCIAL EN ESTE MISMO CONTEXTO SE INVITA A LEER LOS LIBROS: ¿Por qué están con tanto miedo?, Jesucristo se interesa por tus problemas. Lo que creemos los católicos La instrucción religiosa es la luz del alma Contiene mucho de lo que hemos visto en este tema De venta en la librería ‘el Evangelizador’, a la entrada del Templo de Nuestra Señora de la Soledad y…