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Domingo 33º del tiempo ordinario. Ciclo C. Día 14 de Noviembre de 2010. Estamos prácticamente al final del año litúrgico. Sólo falta la fiesta de Cristo Rey. Hoy el evangelio nos trae el mensaje del "FIN".
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Domingo 33º del tiempo ordinario Ciclo C Día 14 de Noviembre de 2010
Estamos prácticamente al final del año litúrgico. Sólo falta la fiesta de Cristo Rey. Hoy el evangelio nos trae el mensaje del "FIN" El domingo pasado veíamos ya cómo la muerte no es el final, sino la entrada en una vida nueva.
En el evangelio aparecen tres niveles históricos. El primero es la destrucción del templo de Jerusalén, lo cual sucedió en el año 70. Posiblemente, cuando se escribió el evangelio de Lucas, ya había sucedido. Por eso lo recalca más que el evangelio de Marcos, escrito anteriormente.
Del final del templo pasa Jesús a hablar del final del mundo. Todo lo material debe tener un fin. De hecho el final del mundo para cada uno es su propia muerte
En medio de estos dos niveles está la situación de los cristianos en la historia.
Jesús, en sus últimos días, conversaba mucho en los atrios del templo.
“Algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos”.
Jesús les dijo que todo eso será destruído Se entendía que en no muchos años.
Era como una “noticia bomba”, ya que para los judíos era su mayor orgullo. El templo para los judíos era la materialización de la alianza con Dios. Era el signo de ser ellos los elegidos entre todos los pueblos.
Para los judíos hablar contra el templo era hablar contra Dios. Esa sería la principal acusación contra Jesús para llevarle a la muerte.
Jesús, aunque hablaba del templo material, se refería al sistema, a lo que representaba. La veneración extrema al templo era como querer tener a Dios encerrado, inaccesible para la mayoría del mundo. Jesús nos quiere decir que la religión, más que en actos cultuales, consiste en una relación íntima con Dios, que es Padre.
Nosotros solemos formar en nuestra mente templos vacíos, con relación a lo social, político, de bienestar… Y todo lo material se derrumba
Cuando Jesús anunció que el templo sería destruido, le preguntaron cuándo iba a ser, qué señales habría.
Jesús no responde a las preguntas hechas sólo por curiosidad; pero apro-vecha para darnos algún gran mensaje.
Ésta es una ocasión para hablar del fin del mundo y de nuestro propio fin.
Usa un lenguaje apocalíptico, como era costumbre entonces para narrar cosas grandiosas. A base de imágenes y símbolos, quiere hablarnos Jesús de la victoria de Dios sobre el mal.
Jesús nos habla del fin del mundo con imágenes al estilo de su tiempo. No iba a hablar de bombas atómicas o algo parecido. Por eso habla de caída del sol y la luna…
El discípulo de Jesús siempre debe estar alerta, porque vendrán muchas dificultades.
Las palabras de Jesús son de ánimo y de esperanza. El mal nunca podrá vencer del todo, aunque alguna vez lo parezca.
La Iglesia siempre saca más vida de la persecución, cuando ésta es “por causa de Jesús”. Y, cuando a la Iglesia se la despoja de privilegios materiales, vive más testimonial la presencia de Cristo pobre e indefenso.
De la persecución la Iglesia saca fortaleza, libertad verdadera y credibilidad en su acción salvadora. Termina Jesús dando esperanza: “No se perderá un cabello de vuestra cabeza”.
Con los anuncios "terroríficos" no pretende Jesús atemorizarnos, sino mover las conciencias para que cambiemos.
Jesús había anunciado las persecuciones muchas veces, especialmente en la “Última Cena”.
Dios nos quiere iluminar para que tengamos paz y alegría. Todo terminará en los brazos de Dios, nuestro Padre.
En un tiempo ya no me veréis, mas muy pronto estaré yo aquí”. Automático
Los discípulos se hacen preguntas; no le entienden, ¿qué quiere decir?
Cristo sabe de su confusión, que entre ellos nunca entenderán.
Les dirige la palabra y dice: "En verdad os digo, en verdad:
Vosotros sufriréis tristezas y en gozo cambiarán.
Y nosotros con Jesús y con María. A M É N