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¿Te acuerdas del principio de curso? ¡Seguro que sí! Por eso ya sabes que el lema que nos va a acompañar durante todo este año es….
E N D
¿Te acuerdas del principio de curso? ¡Seguro que sí! Por eso ya sabes que el lema que nos va a acompañar durante todo este año es…
Ya dijimos que no se trata de pintarse por fuera, sino por dentro. Porque es en el interior de cada persona donde hay un ‘tesoro escondido’ de sentimientos, cualidades, ilusiones, proyectos, posibilidades, valores… que constituyen como ese maravilloso ‘arco iris’ del corazón donde lo importante no es lo que tienes, sino lo que eres.
Pensando en ello, a mí se me ha ocurrido preguntarme: ¿DE QUÉ COLOR ES LA NAVIDAD?
Porque salgo a la calle y lo primero que veo por todas partes es una Navidad ‘de colorines’. Colorines llamativos y hasta chillones que relucen en las bombillitas de los escaparates, en los papeles de regalo o en los adornos de las calles y las tiendas.
Y pienso que esa es una Navidad superficial y consumista, montada por los grandes almacenes y pregonada en los anuncios de la ‘tele’.
Es, en definitiva, una Navidad sin Jesús, en la que lo de menos es celebrar su venida, porque lo que importa es gastar y gastar sin pensar en el verdadero sentido de estas fiestas.
Por eso, yo creo que los auténticos colores de la Navidad son otros muy diferentes… ¿Te gustaría descubrirlos conmigo?
Creo que la Navidad es del COLOR DE LA PAZ. De hecho, Jesús vino a este mundo mientras los ángeles cantaban: “Paz en la tierra a los hombres que Dios ama”.
Démonos, por tanto, cuatro buenos brochazos de ese color y aprendamos a rechazar el camino de la guerra y de la violencia.
Creo, además, que la Navidad es del COLOR DE LA GENEROSIDAD, porque Dios nos ha hecho el mejor regalo que podía hacernos al enviarnos a su Hijo Jesús.
Y si Él ha sido tan solidario con nosotros, ¿por qué no nos pintamos todos de ese color y así aprendemos a compartir lo que somos, lo que podemos y lo que tenemos con quienes nos necesitan?
La Navidad es también del COLOR DEL AMOR, porque es la prueba más clara de lo mucho que Dios nos quiere y se preocupa por nosotros.
El Niño de Belén es la mejor demostración de lo grande que es la ternura de nuestro Padre Dios. ¡Qué bonito sería si nuestro corazón estuviese coloreado como el suyo!
Pero si lo tuviera que expresar con una sola palabra, diría que la Navidad es del COLOR DE LA LUZ.
Una luz que ha venido para disipar tinieblas y aclarar oscuridades. Una luz que nos guía y nos orienta. Una luz que tiene un nombre propio. Se llama Jesús.
Una luz que, como es bien sabido, encierra en sí todas las tonalidades del arco iris… …y por eso puede ayudarnos a ver y a valorar todos esos colores que llevamos en el corazón y son lo mejor que hay en nosotros mismos.
No para que los disfrutemos de un modo egoísta, sino para pintar con ellos… ¡UN MUNDO MEJOR!
¿Te atreves a pintar tu vida con esos colores? ¿Te gustaría preparar una auténtica Navidad? ¿Quieres celebrarla desde el corazón?
¿SÍ? ¿SEGURO? PUES… ¡feliz navidad! Elaborado por: Emilio Velasco mSSCC.