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Fábulas de Esopo

Fábulas de Esopo.

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Fábulas de Esopo

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  1. Fábulas de Esopo Fabulista griego. Según una tradición muy difundida, nació en Frigia, Así, se cuenta que Esopo fue esclavo de un tal Jadmón o Janto de Samos, que le dio la libertad. Y que viajó mucho con su amo, el filósofo Janto. Las fábulas a él atribuidas, conocidas como Fábulas esópicas, fueron reunidas por Demetrio de Falero hacia el 300 a.C. Se trata de breves narraciones protagonizadas por animales, de carácter alegórico y contenido moral, que ejercieron una gran influencia en la literatura de la Edad Media y el Renacimiento.

  2. El león, Prometeo y el elefante No dejaba un león de quejarse ante Prometeo diciéndole: -- Tu me hiciste bien fuerte y hermoso, dotado de mandíbulas con buenos colmillos y poderosas garras en las patas, y soy el más dominante de los animales. Sin embargo le tengo un gran temor al gallo. -- ¿ Por qué me acusas tan a la ligera? ¿ No estás satisfecho con todas las ventajas físicas que te he dado? Lo que flaquea es tu espíritu.Replicó Prometeo. Siguió el león deplorando su situación, juzgándose de pusilánime. Decidió entonces poner fin a su vida.

  3. Se encontraba en esta situación cuando llegó el elefante, se saludaron y comenzaron a charlar. Observó el león que el elefante movía constantemente sus orejas, por lo que le preguntó la causa. -- ¿Ves ese minúsculo insecto que zumba a mi alrededor?--respondió el elefante --, pues si logra ingresar dentro de mi oído, estoy perdido.

  4. Entonces se dijo el león: ¿No sería insensato dejarme morir, siendo yo mucho más fuerte y poderoso que el elefante, así como mucho más fuerte y poderoso es el gallo con el mosquito? Muchas veces, muy pequeñas molestias nos hacen olvidar las grandezas que poseemos.

  5. Cuántos de nosotros andamos aturdimos con pequeñas preocupaciones, sin darnos cuenta que otros tienen otras mayores. La vida es una lucha y un eterno saltar obstáculos. No enfrentarlos es envejecer derrotados y aturdidos en el recuerdo de no haberlos vencido.

  6. No nos hace falta ni ser leones, ni ser elefantes ni enfrentarnos a gallos y mucho menos a mosquitos. Necesitamos ser nosotros mismos. Para ello hay que creer en Dios, que todo lo puede. Creer en nosotros mismos, lugar del valor y creer en los demás, para observar en la cotidianidad los vaivenes de la vida que al igual que el columpio se mecen de un lado a otro. Entonces, aunque se ruja con voz muy fuerte siempre seremos débiles y necesitados. Aunque se pise con pie grande siempre dejaremos la huella para que nos encuentren. Y aunque gallos que pretendamos afirmar que con nuestro canto amanece, siempre seremos mosquitos que finalizan el zumbido al mes de nacido. Padre Marcelo

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