230 likes | 907 Views
CRE 35 de 83. PROVIDENCIA DE DIOS, 1. La Providencia puede describirse como el conjunto de acciones y disposiciones por las que Dios lleva a cabo sus relaciones conti- nuas con el mundo y el hombre , con el fin de conducirlos hacia su perfección final.
E N D
CRE 35 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 1 La Providencia puede describirse como el conjunto de acciones y disposiciones por las que Dios lleva a cabo sus relaciones conti- nuas con el mundo y el hombre, con el fin de conducirlos hacia su perfección final. Consiste así en un gobierno del mundo, que abarca lo que ocurre en la naturaleza y en la historia, lo que afecta a las comunidades hu- manas y lo que atañe a la vida de cada indivi- duo. Vaticano II habla de ella como la “fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y de los acontecimientos de la vida humana” (Nostra aetate 2).
CRE 36 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 2 La Providencia (cuidado continuo que mantiene Dios con sus criaturas) “es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios actúa en las obras de sus criaturas” (CCE 308). “La Iglesia anuncia la Divina Providencia no por invención suya,... sino porque Dios se ha manifestado así, cuando ha revelado, en la historia de su pueblo, que su acción crea- dora y su intervención de salvación estaban indisolublemente unidas, formaban parte de un único plan proyectado en los siglos eter- nos” (Juan Pablo II, Catequesis sobre la Providencia 4).
CRE 37 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 3 La Providencia divina es un dato constante de la Escritura. Dios con- duce todo lo creado hacia el Bien, hacia el fin para el que las criaturas existen. Sal 145, 9: “Dios es bueno con todos, y su misericordia se extiende a todas sus obras”. “Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, ‘alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura’ (Sb 8, 1). Porque ‘todo está desnudo y patente a sus ojos’ (Hb 4, 13), incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá” (Vaticano I, Dei Filius 1).
CRE 38 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 4 CCE 303: “La solicitud de la divina Providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, desde las cosas más pequeñas hasta los aconte- cimientos decisivos del mundo y de la historia”. Esta convicción implica que las cosas no suceden al azar o por casualidad, y que el orden causal del universo no deriva de una fuerza anónima o de agentes que actúen al margen de Dios. Se excluye especialmente la fatalidad, es decir, la idea supersticiosa de que el hombre se encuentra dominado por energías ocultas en el cosmos, que ejercerían sobre la existencia humana una influencia negativa e inexorable. Visión fatalista y no providente en la brujería.
CRE 39 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 5 “En su poder Infinito, Dios podría siempre crear algo mejor” (S. Tomás, S. Th. I, q. 25, a. 6). Ha preferido el mundo tal como es: un mundo que debe alcanzar su perfección. “Por tanto, con el bien físico existe también el mal físico, mientras la Creación no haya alcanzado su perfección” (Idem, Suma contra los genti- les 3, 71). Estudiaremos el problema del mal más adelante. CCE 308: Dios “es la causa primera que opera en y por las causas segundas: ‘Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece’ (Flp 2, 13). Esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la criatura, la realza”.
CRE 40 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 6 Por su providencia, Dios ha previsto que el hombre fuera partícipe libremente de la vida bienaventurada, y le ha salido al encuentro. Pero el hombre puede rechazar la llamada a esa vida bienaventura- da y considerar los acontecimientos históricos como resultado ex- clusivo de las acciones del hombre, sin reparar en su dimensión de eternidad. Sin embargo, estos acontecimientos se mueven en las manos amorosas de Dios, que no quiere el mal en la historia, pero lo permite por respeto a la libertad creada y porque de esos males puede sacar bienes. La providencia infalible de Dios no fuerza la acción libre de las criaturas racionales. No sabremos el sentido pleno de la historia has- ta el final de los tiempos.
CRE 41 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 7 La presencia providente de Dios lo invade absolutamente todo. Ni los lugares recónditos son un problema para su mirada, ya que Dios ve desde el interior del ser. Esta presencia de Dios se llama “presencia de inmensidad”. Sal 139, 7-10: “¿Adónde alejarme de tu espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás Tú; si bajo hasta el ‘Sheol’, allí te encuentras, si monto en las alas de la aurora y habito en los confines del mar, también allí me guiará tu mano, me sujetará tu diestra”.
CRE 42 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 8 CCE 305: “Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: ‘No an- déis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber? (...). Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6, 31-33)”. En Cristo, los cristianos aprenden la confianza en su Padre Dios. No hay nada para un cristiano que no provenga de la mano amo- rosa de Dios, porque ni siquiera los momentos más duros de la existencia están alejados de la voluntad de Dios. Rom 8, 28: “Todo coopera al bien de los que aman a Dios”.
CRE 43 de 83 PROVIDENCIA DE DIOS, 9 Los santos, ante las adversidades más extremas, no dejan de invo- car a Dios para que puedan verse libres de la amenaza, pero sobre todo para que se cumpla el designio amoroso de Dios. Por eso no tienen temor ante el dolor ni la muerte, ya que las adversidades de la tierra no pueden más que unirles al cuerpo doliente del Señor. Santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, para consuelo de su hija: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor” (cfr. CCE 313).